Realmente nunca he creído en las terapias normales tal como las conocemos, porque encuentro que simplemente "hablar de ello" no me ayuda mucho personalmente o no veo un resultado que me libero del problema. Pero con las terapias de constelación que Charo hace, he encontrado una manera que me ayuda a dejarme llevar y a solucionar realmente mis problemas desde el núcleo. Me siento muy cómoda con su estilo y siempre disfruto venir a una sesión donde puedo desatar nudos y sanar no sólo a mí misma, sino también a quienes me rodean. Después de varias sesiones, noto una inmensa diferencia en mi personalidad y en cómo reacciono ante las situaciones hoy, y recuerdo cómo reaccioné ante ellas en el pasado.

Recomendaría esta experiencia con los ojos cerrados. Con Charito, realmente encuentras algo único que te ayuda de verdad.

Con Charo tomas consciencia de lo que hay dentro, te das cuenta. Y ella, con mucho amor, te ayuda a enfrentar cosas que gustan y que disgustan, pareciendo algo natural. Tiene esa percepción clara de lo que pasa. Y acabo con más energía, me siento ligera porque suelto lastre. Con ella he aprendido a ver cómo mis pensamientos me llevan a emociones que obstaculizan mi vida y me ayuda a cambiarlos. Con ella es posible un cambio responsable. Ahora pongo límites a personas y situaciones que me alteran, pero va más allá, al origen de ese malestar, que curamos y deja de serlo. A veces los cambios son sutiles y me doy cuenta al cabo de días o semanas, pero noto dentro el cambio. Algo es diferente y mejor. Lo noto yo y lo notan los demás. Porque mi cambio propicia el de los otros. Sirvan estás palabras de agradecimiento.

Son sesiones que las definiría como excelente. Me hicieron remover muchos sentimientos encontrados, cosas que tenía muy bien guardadas en mi memoria, me hizo revivirlas, lloré y después sentí paz, me ha hecho reflexionar, perdonar y sobre todo entender que todo tiene un por qué... gracias por ayudar a tantas personas a entender y no juzgar...

Cuando conocí a Charito, llegó una ola de Alegría infinita a mi alrededor, su sonrisa y su voz me anunciaron su Sabiduría y Empatía. Su personalidad está directamente  conectada a una capacidad de vivir en presente y desde la Gratitud, desde La Armonía y sí; ella es de carácter Fuerte, pero muy Dulce!!
Así que sin pensarlo mucho hicimos el primer encuentro para analizar mi Transformación. Y me enseñó algo muy Importante que no había pensado nunca, y hasta ahora lo aplico en los eventos cotidianos de mi vida, y esto es que empecé a Abrazar también a esa Oscuridad, que siempre nos esta dando vueltas, porque no existe Luz Sin Oscuridad, porque no hay una sin la otra, y ¡he visto cambios! Y eso fue solo el Principio, Charito Tiene mucho para enseñar de este Tema.
Está por mi Recomendada 100%
Gracias Charo Eres Genial!!

Este testimonio no es corto.
Tampoco lo fue el proceso.
Si decides leerlo, hazlo con calma.
Es una historia real.
Y como toda historia real, merece espacio.

No fue una gran crisis. No hubo drama.
Ni lágrimas cinematográficas mirando por la ventana con lluvia de fondo.

Lo mío empezó más sutil.
Como esa sensación de que estás bien, pero no del todo.
Como si una voz interna te hablara al oído: “Hay más. Y no lo estás viendo.”

Así fue como, casi sin darme cuenta, entré en mi propio proceso terapéutico.
¿Y con quién? Con mi madre.
Sí, leíste bien.

Y no, no fue una locura.
Tampoco fue un experimento.
Fue una decisión consciente de hacer un trabajo real con una terapeuta que, casualmente, también me dio la vida.

¿Fácil? Para nada.
¿Incómodo? A veces, sí.
¿Transformador? Absolutamente.

Al principio llegué con dudas.
Con la idea de que ya sabía mucho sobre mí.
Pero saber no es lo mismo que sentir.
Y entender no siempre es lo mismo que soltar.

Ella supo acompañar ese inicio sin apuro, sin forzar nada.
Siempre desde un lugar claro, firme, humano.
Como terapeuta alternativa, tiene una manera de estar que da confianza.
Escucha sin apurar. Siente sin invadir. Y ve más allá de lo que uno dice.

Cada sesión fue distinta, pero siempre verdadera.
A veces hablábamos poco, y sin embargo se movía mucho.
Lo que más valoro es que nunca intentó dirigir mi proceso.
Ella no señala caminos. Sostiene el espacio para que uno los vea.

Con ella entendí algo importante:
Pedir claridad es fácil.
Pero sostener lo que esa claridad te muestra… es otra historia.

Porque ver con honestidad también implica asumir.
Y a veces, eso duele.
Pero a la vez, libera.

Ese proceso me permitió reconocer lo que estaba cargando sin darme cuenta.
Me mostró dónde seguía actuando por lealtad, dónde repetía sin elegir.
Y poco a poco, con calma, fui encontrando otra manera de estar conmigo.

Lo más potente es que nada fue forzado.
Todo se dio con tiempo, con respeto, con mucha presencia.
Y ahí está, para mí, el verdadero valor de su trabajo.

Hoy no busco ser otra versión de mí.
Solo seguir eligiéndome con más claridad.
Con más presencia.
Con más libertad.

Y si, algo me quedó claro en todo este proceso, es esto:
Sanar no te convierte en alguien mejor.
Te recuerda que nunca dejaste de ser suficiente.